Evangelio según san Lucas 11, 42-46 Evangelio según san Lucas 11, 42-46
“¡Ay de vosotros, fariseos,
que pagáis el diezmo de la hierbabuena,
de la ruda y de toda
clase de legumbres, mientras
pasáis por alto el derecho y el
amor de Dios! Esto habría que
practicar, sin descuidar aquello.
¡Ay de vosotros, fariseos,
que os encantan los asientos
de honor en las sinagogas y las
reverencias por la calle! ¡Ay de
vosotros, que sois como tumbas
sin señal, que la gente pisa
sin saberlo!”.
Un maestro de la Ley intervino
y le dijo: “Maestro, diciendo
eso nos ofendes también a
nosotros”.
Jesús replicó: “¡Ay de vosotros
también, maestros de
la Ley, que abrumáis a la gente
con cargas insoportables,
mientras vosotros no las tocáis
ni con un dedo!”.
Comentario
En este pasaje de Pablo a
los Gálatas, en el que les está
hablando de la libertad que
da el seguir a Cristo, les previene
en no confundir la libertad
con el libertinaje, pues este
último hace aflorar las apetencias
de la carne, que se caracterizan
por acciones que van
contra la ley, como son: fornicaciones,
impurezas, idolatría,
hechicería, enemistades,
contiendas, odios, rivalidades,
etc., así pues, los que obran de
esta forma, están excluidos del
Reino de Dios.
Sin embargo, los frutos de
los que actúan según el Espíritu
son: amor, alegría, paz,
comprensión, servicialidad,
bondad, lealtad, dominio de
sí, etc.; ninguno de estos frutos
van en contra de la ley, por
lo tanto, aquellos que siguen a
Cristo han crucificado su carne
junto a sus pasiones y deseos.
Lo que nos está trasmitiendo
Pablo es que, si perseveramos
en el seguimiento de Jesús,
por medio del Espíritu, podemos
vencer fácilmente todas
las pasiones y seducciones
de este mundo, evitando
el actuar mal frente a los demás.
De esta manera nuestras
obras se regirán por aquello en
que Jesús resumió los mandamientos
“Amar a Dios sobre todas
las cosas, y al prójimo como
a nosotros mismos”.
Como nos indica el salmo
N° 1, “El Señor protege el camino
de los justos, pero el camino
de los impíos acaba mal”.
Duro, muy duro el relato
que Lucas nos hace de este
episodio, en el que Jesús, dirigiéndose
a los fariseos, que
presumían de ser justos y cumplidores
de la ley, les reprocha
que sus actos estén dirigidos
realmente de cara a la galería,
olvidándose de lo realmente
importante.
Les echa en cara que se
preocupen tanto de pagar el
diezmo de la cosecha, que está
bien, pero olvidan el derecho
y el amor de Dios. Los fariseos
buscan el reconocimiento humano,
que los sienten en sitios
preferentes, o que les hagan
reverencias por la calle, pero,
sin embargo, son como sepulcros
que no están señalados y
la gente pisa sin saberlo, algo
que en el mundo judío se consideraba
como deleznable.
Incluso a los maestros de la
ley, les recrimina el que abrumen
a la gente con cargas insoportables
y que sean incapaces
de ayudar lo mas mínimo.
Este duro discurso de Jesús,
se puede extrapolar también
a hoy día; cuántos de nosotros
nos convertimos en
“Cristianos de Escaparate”,
nos gusta aparentar lo buenos
que somos, colocarnos en sitios
destacados para que nos
vean, que la gente nos admire
por lo que aparentamos ser y
no somos.
¡Qué gran error! Ya Jesús
lo dijo claramente, “que tu mano
izquierda no sepa lo que hace
la derecha” refiriéndose a la
caridad. La humildad cristiana
es todo lo contrario a la actitud
farisaica. Es Dios quien debe
juzgar nuestros actos, no los
hombres.