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EL LIBERAL . El Evangelio

Santo Evangelio según san Lucas (12,1-7):

18/10/2018 22:27 El Evangelio
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Santo Evangelio según san Lucas (12,1-7): Santo Evangelio según san Lucas (12,1-7):

En aquel tiempo, miles y miles

de personas se agolpaban

hasta pisarse unos a otros.

Jesús empezó a hablar, dirigiéndose

primero a sus discípulos:

“Cuidado con la levadura

de los fariseos, o sea, con su

hipocresía. Nada hay cubierto

que no llegue a descubrirse,

nada hay escondido que no

llegue a saberse. Por eso, lo

que digáis de noche se repetirá

a pleno día, y lo que digáis

al oído en el sótano se pregonará

desde la azotea. A vosotros

os digo, amigos míos: no

tengáis miedo a los que matan

el cuerpo, pero no pueden

hacer más. Os voy a decir a

quién tenéis que temer: temed

al que tiene poder para matar

y después echar al infierno. A

éste tenéis que temer, os lo

digo yo. ¿No se venden cinco

gorriones por dos cuartos?

Pues ni de uno solo se olvida

Dios. Hasta los pelos de vuestra

cabeza están contados.

Por lo tanto, no tengáis miedo:

no hay comparación entre vosotros

y los gorriones”.

Comentario

La cita no tiene trampa. El

que cuenta el número de las

estrellas y la arena de las playas

marinas, ¿no va a tener

contados los pelos de tu cabeza?

Me dirás: “yo no tengo madera

de mártir”.

Ya somos dos. Pero, después

de leer estas palabras,

me pregunto: “¿cómo escuchas

las palabras de tu maestro

y tu Señor? ¿es que son

para ti esa semilla que cae al

borde del camino?, ¿o la que

cae entre zarzas? ¿No sabes

que las palabras de Jesús van

dirigidas al hombre entero y

que han de llegar al corazón,

un corazón bueno, para que

puedan dar fruto?”.

Y si me pregunto de nuevo,

con perplejidad y algo de azoramiento,

qué es un corazón

bueno, me doy cuenta de que

necesito meditarlo. Pero, por

de pronto, advierto que será

un corazón que está abierto a

la Palabra; y que esta apertura

es algo más que la memorización

de unas cuantas frases

bonitas del evangelio, y que el

encuentro con la Palabra sólo

se da en el cor ad cor (el corazón

a corazón) con ella.

También me parece bueno

añadir dos “coletillas”: de momento,

no es necesario que

me mese los cabellos, ni siquiera

que me desmelene; pero

tampoco he de preocuparme

si en las luchas de la vida

salgo ligeramente despeinado.

No tengo por qué aparentar ser

uno de esos héroes de película

que, efectivamente, salen de

las más arduas peleas tan indemnes

que no se les despeina

el pelo. No me fío de esos

guionistas y directores que por

no sé qué trucos consiguen

que sus ‘buenos’ salgan siempre

tan guapos, tan elegantes

y con el pelo tan arreglado en

los fotogramas.?

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