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EL LIBERAL . El Evangelio

Santo evangelio según san Lucas (19,11- 28):

20/11/2018 22:44 El Evangelio
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Santo evangelio según san Lucas (19,11- 28): Santo evangelio según san Lucas (19,11- 28):

En aquel tiempo, Jesús

dijo una parábola, porque estaba

él cerca de Jerusalén y pensaban

que el reino de Dios iba a

manifestarse enseguida.

Dijo, pues: “Un hombre noble

se marchó a un país lejano

para conseguirse el título de

rey, y volver después. Llamó a

diez siervos suyos y les repartió

diez minas de oro, diciéndoles:

“Negociad mientras vuelvo”.

Pero sus conciudadanos lo

aborrecían y enviaron tras de

él una embajada diciendo: “No

queremos que éste llegue a reinar

sobre nosotros”.

Cuando regresó de conseguir

el título real, mandó llamar

a su presencia a los siervos a

quienes había dado el dinero,

para enterarse de lo que había

ganado cada uno.

El primero se presentó y dijo:

“Señor, tu mina ha producido

diez”.

él le dijo: “Muy bien, siervo

bueno; ya que has sido fiel en lo

pequeño, recibe el gobierno de

diez ciudades”.

El segundo llegó y dijo: “Tu

mina, señor, ha rendido cinco”.

A ese le dijo también: “Pues toma

tú el mando de cinco ciudades”.

El otro llegó y dijo: “Señor,

aquí está tu mina; la he tenido

guardada en un pañuelo, porque

tenía miedo, pues eres un

hombre exigente que retiras lo

que no has depositado y siegas

lo que no has sembrado”.

él le dijo: “Por tu boca te

juzgo, siervo malo. ¿Conque

sabías que soy exigente, que

retiro lo que no he depositado

y siego lo que no he sembrado?

Pues ¿por qué no pusiste mi dinero

en el banco? Al volver yo,

lo habría cobrado con los intereses”.

Entonces dijo a los presentes:

“Quitadle a éste la mina y

dádsela al que tiene diez minas”.

Le dijeron: “Señor, ya tiene

diez minas”.

Os digo: “Al que tiene se le

dará, pero al que no tiene se le

quitará hasta lo que tiene. Y en

cuanto a esos enemigos míos,

que no querían que llegase a

reinar sobre ellos, traedlos acá

y degolladlos en mi presencia’.

Dicho esto, caminaba delante

de ellos, subiendo hacia

Jerusalén.

Comentario

En el interior de nuestro corazón

fluyen muchos deseos.

Cada uno de ellos da forma a

nuestros ideales. Son el centro

por el que se filtran nuestras

alegrías y tristezas. En muchas

ocasiones son nuestras razones

más auténticas para hacer

o dejar de hacer, para irnos o

quedarnos, para gastar o compartir.

El Evangelio de hoy nos

muestra el deseo hondo de Jesús.

Por el cual se estremece

su corazón al reconocer que se

acerca a Jerusalén y que de alguna

forma alborea: el Reino.

Por su causa dejó su hogar

paterno allá en el cielo, pasó mil

calamidades y gozos e invirtió

cuanto era y tenía. Allá en el

Jordán tuvo la tentación de usar

cuanto era en beneficio propio y

poder vivir con cierta tranquilidad,

confortablemente. Pero

decidió dejarlo aún lado.

De qué le servía vivir cómodamente

si no vivía auténticamente.

Por qué reservarse algo de sí o renunciar

a la vida tal cual es. Guardarse

o reservarse algo era algo

así como mojar la sal o esconder

la luz que ardía en su interior.

Algunos nos hemos encontrado

metidos en este extravagante

sueño de Jesús, nos reconocemos

sus siervos y hemos

recibido una misión invertir

cuanto somos y hemos recibido

en hacer brotar el Reino a

nuestro alrededor.

Lo que debes saber
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