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EL LIBERAL . El Evangelio

¿Qué debemos hacer? Lucas 3, 2b-3. 10-18

15/12/2018 23:07 El Evangelio
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¿Qué debemos hacer? Lucas 3, 2b-3. 10-18 ¿Qué debemos hacer? Lucas 3, 2b-3. 10-18

El mensaje de Juan

gana adeptos, muchos

de aquella sociedad están

convencidos que es necesario

un cambio, por eso

se acercan al profeta y le

preguntan: ¿Qué debemos

hacer?

Juan no les pide dirigirse

al desierto para

aislarse de la realidad ni

tampoco expresar su deseo

de cambio a través

de ritos cultuales, sencillamente

los invita a solidarizarse

con los pobres,

a construir una sociedad

de justicia, con inclusión

y sin violencia. El

mensaje se dirige principalmente

a los responsables

de esta situación de

inequidad: el que tenga

dos túnicas dé una al que

no tiene; el que tenga de

comer, comparta con el

que no tiene; a los publicanos,

no roben ni exijan

más de lo que corresponde,

a los soldados no extorsionen

y no hagan falsas

denuncias para congraciarse

con el poder

político. Son propuestas

simples, que invitan a la

solidaridad, que transitan

por los caminos de

la justicia. No hay otro

modo de preparar el camino

de la venida del

Salvador; Juan nos enfrenta

con nuestra propia

verdad, aquí se acaban

los discursos ideológicos

y religiosos, sólo

vale la solidaridad. Todo

lo otro son palabras que

lleva el viento. Jesús dirá

lo mismo: “cuando tuve

hambre y me diste de

comer, sed y me diste de

beber, preso y me visitaste,

enfermo y me fuiste a

ver, desnudo y me vistieron,

de paso y me alojaron.

En la obras de solidaridad

se juega la vida

del verdadero hombre de

Dios, discípulo de Jesús.

No se puede servir a Dios

si se olvida al hermano,

si dejamos de acompañar

a las víctimas de la sociedad

que los excluye y estigmatiza.

¿Qué debemos hacer?

Esta pregunta resuena

a lo largo de todo el planeta,

no habrá un mundo

en paz, mientras siga

existiendo la inequidad,

la injusticia y el lucro por

encima de todo. Sólo tendiendo

puentes de amistad,

socorriendo a los

que sufren, sanando heridas

sociales y culturales

podremos vivir en un

mundo de hermanos.

Conclusión

La cercanía del nacimiento

de Jesús nos invita

a formularnos a nivel

personal y comunitario

la misma pregunta:

¿qué debemos hacer?

¿Cuál será nuestro compromiso

solidario con los

que sufren? En nuestra

patria son tantos los hermanos

que no tienen vivienda,

que les falta el

pan en la mesa, mujeres

maltratadas y abusadas,

chicos que no pueden acceder

a la educación, jóvenes

sumidos en el consumo

de drogas llevando

una vida sin sentido, miles

de hermanos sin trabajo,

familias destruidas

por el abandono y la violencia.

¿Acaso podemos

celebrar la Navidad sin

atender esas necesidades

del pueblo de Dios?

¿Vamos a seguir edulcorando

la religión para autoconvencernos

que de

esa manera somos fieles

a Jesús?

Son necesarios nuevos

paradigmas que promuevan

relaciones humanas

más sanas, pero

no basta con ello, si

no hay hombres nuevos,

convertidos en la presencia

de Dios que pongan

como centro de sus vidas

y su obrar la dignidad

de toda persona humana,

serán principios vacíos

que nada construirán,

que mantendrán la

situación actual tan necesitada

de ser transformada.

Una Navidad sin

hombres nuevos es como

un barco sin timón que

navega a la deriva. El Nacimiento

de Jesús, y sobre

todo sus enseñanzas,

nos abren posibilidades

para

una mejor

vida, para

un nuevo

mundo sin

tanto dolor.

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