Dolar Oficial: - Dolar Blue:- Dolar CCL:- Dolar Bolsa: - Dolar Mayorista: -

EL LIBERAL . El Evangelio

Jesús, rechazado por su pueblo - Lucas 4, 21-30

03/02/2019 01:06 El Evangelio
Escuchar:

Jesús, rechazado por su pueblo - Lucas 4, 21-30 Jesús, rechazado por su pueblo - Lucas 4, 21-30

Después de narrar el

episodio en que Jesús

anuncia en la sinagoga

de Nazaret, a su pueblo

de origen, el cumplimiento

de la promesa de

salvación hecha por Dios

a Israel, Lucas describe

las reacciones de la gente

al anuncio.

Los oyentes comienzan

estimando y admirando

a Jesús: “estaban

admirados de las palabras

llenas de gracia

que salían de su boca”.

Sin embargo, inmediatamente

cuestionan su

procedencia: “¿no es éste

el hijo de José?” No

creen posible que el Mesías

provenga de una familia

humilde y que las

apariencias de Jesús que

no se reviste de poder sino

de un amor servicial

incondicional que sana y

perdona, puedan ser características

del Enviado.

El cuestionamiento

pone al descubierto el

conflicto entre el designio

de Dios y la voluntad

del pueblo.

Más aún, el conflicto

se amplía cuando compara

Nazaret y regiones

como Siria y Fenicia,

símbolos de un territorio

no israelita. Sin

dudas aquí ya se deja entrever

que el rechazo de

Israel no sólo a Jesús sino

a sus discípulos hará

que el mensaje de salvación

sea propuesto a los

gentiles.

El relato de Lucas

señala el paso de la admiración

a la indignación.

Los que se habían

admirado por la enseñanza

de Jesús, ahora,

indignados, quieren

matarlo: “lo echaron

fuera de la ciudad,

y lo llevaron a una altura

escarpada del monte

sobre el cual estaba

edificada su ciudad para

arrojarlo” ¿Cuál fue

el motivo por el que Israel

no aceptó la buena

noticia? Jesús y su propuesta

de Reino no se

adecuaban a las prerrogativas

de los grupos de

poder de entonces, más

aún, cuestionaba con

dureza la práctica cultual

que infantilizaba,

la normativa legal que

hacía esclavos y la utilización

del poder político

en función de unos

pocos y no del pueblo

postrado y excluido.

Conclusión

Ningún profeta es

bien recibido en su

pueblo. él pone al descubierto

el mundo de

mentiras e iniquidades

que somos capaces

de realizar los hombres.

El profeta nos

enfrenta con la voluntad

de Dios. Pero no

siempre estamos dispuestos

a aceptarla. Es

más fácil echarlo fuera,

marginarlo, silenciar

su voz.

También hoy en la

Iglesia y en los grupos

cristianos ha dejado de

resonar la voz del profeta.

Preferimos vivir una

religión edulcorante,

acomodada a los intereses

de la institución y de

la sociedad. ¿Se habrán

muerto para siempre los

profetas? ¿Acaso el Espíritu

que animó la vida y

el ministerio de Jesús ha

dejado de suscitar profetas?

Seguramente que

no. Andan por ahí, galileando

la vida, lejos del

poder político y eclesial,

pero seguros de su vocación

y del anuncio para

el cual Dios los ha enviado.

Sin profetas la Iglesia

estará más tranquila, pero

habrá perdido

su fuego

sagrado, su

razón de ser

y el espíritu

que la conduce.

Lo que debes saber
Lo más leído hoy